lunes, 13 de julio de 2009

FIN D-EX SEMANA Y GRATOS ENCUENTROS EN EL MIRADOR


Lo he intentado, me borré de todos los planes peligrosos y me encerré el viernes en la paz del palacete de la Latina. En la retirada me agencié buena lectura, buenas pelis y un artículo por escribir.
El sábado reunión con mi progenitora para desenfundar varios sueños e intentar hacerlos realidad. Al final planeo y me estrello, es lo que nos sucede a los que tenemos la torpeza de planificar. Aparcados los sueños, rico arroz, un par de charlas con manicura, lavado, peinado y marcado y vuelta al calor sofocante de mi hogar para sentarme en mi sillón a intentar no pensar nada en concreto. En la noche, con la opción B y 1984 en mi mirador desistí de no pensar y pensé un rato más largo del que me hubiera gustado. Diluida bajo la luna y sin llegar a ninguna conclusión satisfactoria, me vino a visitar vino, rolex, oli y un par de temazos del overdrive, que me llenaron de dispersión y me alejaron de mis intenciones de asueto solitario embarcándome en una noche de poemas escritos con mi puño y letra y de cama revuelta sin zumo de naranja.
Mi domingo empezó a eso de las dos del mediodía con resaca rara y cita con Joseba y Juan en el Hechizado. Tras algún que otro vino, muchos pacharanes y demasiados brugales con coca cola me dirigí tambaleándome a casa a encontrarme con mis princesas, que por tragedias de esta vida habían estado varios días sin estar en Palacio. Amago de Boloñesa y llamada peligrosa de restos de producción en algún césped cercano. No tengo mucha voluntad y tras pelar y cortar unos cuantos ajos me tiré a las calles con María a agotar lo que quedaba de día en buena compañía. Tras varias canciones y muchas más cervezas, recogí mis restos y me metí en la mochila a Lou Red y un par de colegas más y nos transportamos a casa a comer espaguetis y beber gin tonic caliente con gaseosa al son del tubo. Con la cabeza aún en algún rincón perdido de Es Vedrá, decidí salir del mar y aventurarme por montañas desconocidas. No hubo lagartijas, ni sal, ni mar y no pensé en nada en particular cuando me sorprendió el amanecer en mi cuarto. No hubo reflexión, sólo un olor muy intenso y un grito muy profundo que me hizo sonreír un rato muy largo. De vuelta a la península mucho calor y tú, cerca, lejos, pero siempre tú.

martes, 7 de julio de 2009

CRÓNICAS DESDE EL OTRO LADO DEL MAR...


He perdido el norte, el sur, el este y el oeste. Me metí en una avioneta rumbo a Ibiza y en un barco rumbo a ninguna parte. El camino extraño y placentero me trajo desequilibrio emocional y físico, emocional por querer ser en el momento inadecuado y en el lugar equivocado y físico en forma de líquidos descompensados en mi oído y el consecuente mareo vital desde entonces. Me perdí el desfile gay entre desfallecimientos y visitas a hospitales de campaña y decidí indagar en el mundo de los electrones y los imanes en la paz de la casa de mi amiga Marta, que se ha convertido en mi particular destino cuando estoy convaleciente. El fin de semana del orgullo, mientras Madrid rugía envuelta en un arco iris de sexos de colores y variados sabores, yo intentaba dilucidar el porqué de muchas cosas que pasan sin que uno sea realmente consciente de ellas. En la reflexión sólo llegue al anhelo de cosas complicadas, que disfracé de preciosos tonos violetas, rosas, amarillos en homenaje a lo que se mecía por la capital. Hice una oda al amor sin importar las consecuencias y estas, sin duda, llegan y cuando lo hacen son devastadoras y traen de regalo culpabilidad en tonos grises, negros y algún que otro quebranto del alma.
Embarcada en la inconsciencia y en el no pensar demasiado crucé un trozo de mar para encontrar los susurros y la piel, las noches y el día y un compartir sin pensar demasiado. Me fui temblando en una mezcla de alegría y terror, en una euforia que amenicé con gin tonics y un par de autocomplacencias para sentir que lo que hacía era necesario y más fuerte que mi propia conciencia. Me gustaría decir que me arrepiento de la travesía, pero no puedo. En ella se mezcló una luna con un bosque y con mi corazón abierto y expuesto como hace tiempo no lo sentía, se fundió una tarde, mil tardes, mil ganas y un gemido que se quedó diluido entre el murmullo de las chicharras que nadie consiguió exterminar. Le siguió una noche en vela con mil preguntas sin respuesta, paseos bajo las estrellas y alma revuelta. La mañana vino como una resaca, con el estómago pequeño, mareo, el sentimiento de no estar haciendo lo correcto y la consecuente frase de no volveré a...De vuelta, con la tortura en forma de collar agarrándome el cuello, fugaz encuentro con George, socio de sueños en un tiempo que ahora me parece muy lejano. Le huelo y me huele extraño, nos abrazamos y lloro por algo que no tiene nada que ver con nosotros y lo que fuimos.
En silencio me despido de todo lo que me apasiona y de todo aquello que un día me apasionó y me quedo vacía. En el vacío no se escucha nada, no se siente nada, no se sabe nada y no hay lugar para absolutamente nada. Intento respirar despacito y entender porqué me siento tan extraña, al empezar a ahogarme desisto de entender y respiro fuerte y profundo.
Sentada enfrente de mi ordenador me da la sensación de pender de un hilo muy fino, con el cuerpo desequilibrado decido dejarme caer y me estampo contra el suelo.
Sin saber muy bien donde estoy, cierro los ojos y te veo, la distancia le da paz a mi cabeza, pero no hace que deje de tener ganas de abrazarte y de compartir algún que otro proyecto en algún rincón perdido de África.