miércoles, 5 de agosto de 2009

DESFRAGMENTÁNDOME BAJO LA MISMA LUNA


Sabes quién soy desde el primer minuto entre jadeo y grito.
Sabes quién soy porque era obvia aunque estuviera destilada entre las sábanas moradas.
Sabías todo porque era sencillo y aséptico y aún así hubo preguntas.
La noche deja ver la lluvia seca que se quedó impregnada en los cristales del mirador y bajo la luz turbia, aparecen huellas de tormentas que no fueron mías, polvo de amaneceres y mareas.
Escucho las olas desde mi ventana y el mar de la playa de Bailén gime y se estremece con la luna.
Maulla mi gato a los bañistas arropados;
nadie se atreve a desnudarse en este paraíso de asfalto y cemento y resulta extraño.
El agua tiene la temperatura adecuada y es tan transparente que podría ser onírica, me sumerjo inconsciente y desprovista de todo aquello que me hace igual al resto.
Me miras extrañado con ese gesto que conozco, a pesar de que intenté olvidarlo.
Vuelvo a preguntarme por qué esa mirada tan poco constructiva, si ya sabes quién soy desde que dejé deslizar mis entrañas entre las tuyas.
Abro mis ojos y te miro fijamente, no miro hacia arriba como cuando me da miedo a que me encuentren, enfrento mis pupilas a las tuyas , para que puedas ver lo que es y no lo que imaginas, para que aprendas y no interpretes.
Con ojos secos, sin ropa y ahogándome en tu fango me encuentro con tu hombro, tu pelo y tu discurso destructivo y dañino.
En ese instante, con la luz difusa y la estrella destilada decido abandonarte una vez más.
Sabes quién soy, lo sabes desde que te cogí de las manos y no quise soltarte.
Diluida en la enfermedad de ti me pierdo y te suelto, me desprendo un rato para no odiarte, intentar entender lo extraño de tu ser y no perder la noción de mi dentro de tu distorsión.