lunes, 8 de septiembre de 2008

CUANDO UN AMIGO SE VA...


La realidad siempre supera a la ficción, tanto para lo bueno como para lo malo.
Ayer la realidad me superó.
De vuelta a casa después de un fin de semana totalmente psicodélico, no podía quitarme de la cabeza las palabras de mi oráculo particular. Ella, tan dulce, me dice siempre esas cosas que hacen que ponga los pies en el suelo, ayer me rompí las piernas.
Con toda esa decepción en el estómago, llegué a casa. Entre la resaca de tres días excesivos y alucinando con toda la información en mi cabeza, me senté en mi sillón y lloré, lloré de impotencia, de rabia, de cabreo monumental, de tristeza.
No entiendo nada y entiendo todo...que asco, siento un asco bestial.

De repente pienso en ciertas cosas de los últimos meses, pienso en mi gran capacidad de enajenación, en porqué veo cosas donde no las hay. Soy una soñadora, me encanta pensar que la gente que quiero es excepcional, maravillosa, increíble. Por lo general da resultado, aunque en ocasiones el error es monumental.
Pienso en toda la energía que he perdido, en todas las palabras bonitas, en todos los abrazos, en las sonrisas...qué miedo.

Tras una noche reflexiva y lacrimógena, me despierto liberada. El pequeño trozo de cielo que se ve desde la ventana está de un azul insultante y precioso.
Intento mirarme algún atisbo de tristeza, pero se ha ido, se ha ido con las sonrisas, con las palabras bonitas, con las malas, con los te quieros… ya no forman parte de mi mundo, se han diluido con el llanto.
Una sensación de tranquilidad me invade, la gente se equivoca, yo, continuamente.
En el amor uno se expone a sufrir, es lo que tiene, pero en la amistad, te relajas, crees que un amigo nunca será capaz de destruirte. Este año he descubierto que eso no es cierto. Los amigos pueden hacerte daño en sitios que no sabes que existen, cuando lo hacen, algo se rompe por dentro y no se recompone jamás.

Así con la noche, amigos se convierten en enemigos y por la mañana pasan a ser parte de la historia de una vida, recuerdos.
Soy feliz, hacía tiempo que no lo era tanto. Suena un poco contradictorio, pero no lo es. Que haya gente jodida que te engaña y decepciona te hace valorar, más si cabe, las cosas buenas que tienes en la vida.
Pienso en el duro camino que he recorrido desde mi vuelta de Valencia, pienso en lo gratificante que ha sido construir todo de nuevo y miro a mi alrededor y sonrío, no puedo no sonreír.

Falta poco para mi corto, lo pienso y me muero de la alegría.

George, que me huele, me llama y me dice algo, que como muchas otras cosas, me quedo para mí:
Hay cosas que duran para siempre, otras, afortunadamente no.

Me alegro de haber despertado...hoy, sin duda, será otro gran día.




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