martes, 22 de julio de 2008

EL MANICÓSMICO





Lúgubre, oscuro, irracional. Alguien me inscribe y me meto dentro. Espiral de incongruencias y algo de felicidad sintética.
Qué fácil entrar, que complicado huir.
Creo que salgo, que estoy saliendo y una voz me recuerda lo mucho que me equivocaba.
Un viaje inconcluso vuelve a mi mente y pretende hacerse real, escapo de esa idea, no la quiero.
Lugar extraño lleno de intenciones, de te quieros y te odios, de te cojo, te dejo, manipulación lobotómica de amor poco sano.
Una carta de visita parpadea en mi móvil, no quiero leerla, pero lo hago. Marco un número, se que estarás tranquilo, sedado, e intento tener una conversación con lo poco que queda de un absurdo inacabado.
No entiendo tus palabras, volvemos a los irracionales, a cosas que se y que nadie va a volver a revelarme.
Intentas una vez más arreglar el pasado, es tarde.
Veo tu halo de locura envolvente, tus ojos raros, tu sonrisa inclinada, la frialdad, y un escalofrío me deja sin respiración, una vez más.
Sigo andando por la silente acera que recorrimos un día, a lo lejos tu voz, lejos, muy lejos, te intuyo, imagino la terrible realidad que habita en tu mente, en tu manicomio particular y empiezo a andar más rápido, estoy corriendo, ya no te oigo, no voy a escucharte.

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