Eso me dice siempre mi mejor amigo, a mi mejor amigo se lo dijo también su mejor amigo, y yo, me lo quedo para siempre a él, y la frase que me hizo descubrir una verdad genial y que transformó mi vida: la realidad siempre supera a la ficción
Recuerdo todavía cuando le conocí, lo recuerdo tan bien, que si cierro los ojos puedo incluso oler la focaccia del catering de la fiesta en la que estábamos.
Cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de lo muchísimo que cambió mi vida esa fiesta, ese día y conocerle. Él, era una proyección de todo lo que me gustaría haber sido, pero no me atrevía a ser, era y es, simplemente genial. Como todas las personas geniales, tiene sus pros y sus contras, la genialidad suele acompañarse de altas dosis de locura y, eso, es lo que nos llevó a vivir, sin duda, lo mejor y peor de nuestras vidas.
A su lado todo era como un parque de atracciones, excitante, divertido, pero también podía llegar a marear e incluso dar un poco de miedo. Yo, estaba enganchada a esa sensación, era increíble. Como él decía, no había fallo, y no lo había, no había caña en balde, no había copa mala y siempre, siempre, al final, resultaba acojonante.
Él, es como una droga, una droga maravillosa que, como decía Rober de Extremoduro, te abrazarías a ella hasta morir y, lo peor es que, te morirías echándote unas risas.
Hoy creo que estoy aquí sentada y, en parte, es por su culpa. Entró en mi vida e hizo una reforma total. Con ella, se perdieron cosas importantes, por lo menos en ese momento yo lo sentí así, ahora haciendo una retrospectiva, pienso, que a lo mejor no lo debían de ser tanto, ya que si no seguirían estando aquí. Lo que sí tengo claro, es que, él, fue el motor de un cambio que tenía que suceder y sucedió. Sucedió como todo lo que sucede a su lado, de forma voluntaria y con una normalidad que, a veces, da miedo.
Él simplemente creyó en mi y yo creí en él, era como volar, volar a donde quisieras, cuando quisieras, y desde ese momento no ha habido nada ni nadie que me haga cambiar esa perspectiva de la vida, porque con él aprendí, que cada uno puede ser lo que quiera y en cierta manera tiene la obligación de hacerlo...eso sí, siempre y cuando no se haga daño a nadie.
A nosotros, sin embargo, se nos fueron las cosas de las manos y en el camino de hacer los sueños realidades nos hicimos daño, un daño irreparable que, de alguna forma, nos hace estar donde estamos ahora...
No quiero dar marcha atrás, como él dice, marcha atrás ni para darme impulso, pero sí echo de menos volar así, de esa forma tan george.
Capítulo 1. La extraña sensación de destino.
Yo siempre he creído que el destino hace de las suyas y de alguna manera está ahí para recordarte que, ciertas cosas pasan, porque realmente tenían que pasar.
Mi abuela una vez me dijo, que si dos personas están destinadas a estar juntas, no importa lo lejos que te vayas y lo mucho que intentes que esa persona se separe de tu lado, si tu destino es estar con esa persona, estarás. El día que me lo dijo, pensé que lo hacía para consolarme, ya que yo estaba hecha una mierda por un novio de la universidad con el que me pasaba la vida discutiendo, pero ahora se que es verdad, y que aunque sus palabras tenían altas dosis de consuelo, también eran reales como la vida misma.
Y así es como sucedió. En realidad, no nos tendríamos que haber encontrado ese día, pero nos encontramos y ahora se que, sin duda, era nuestro destino.
Esa tarde estaba en la casa de puerta de hierro que mi madre me había cedido para que jugara a ser una tipa independiente y madura. Tras sucumbir a los poderes extraterrestres de un comercial de Home English y gastarme 3.000 € en un curso de inglés que jamás haría, me fui a la ducha para arreglarme e ir a un catering en Arturo Soria en el que trabajaba esa noche. En realidad no necesitaba trabajar en el catering, ya que tenía un trabajo muy bien pagado en una agencia de comunicación de moda, pero me encantaba ir, estaba lleno de tíos estupendos, me entretenía y me ganaba un dinero extra para mi antigua etapa de compradora compulsiva. Cuando me encontraba en la ducha con la cabeza enjabonada hasta las cejas, me llamó mi prima desconsolada, estaba hecha mierda, me salí de la ducha con el jabón en la cabeza y me senté en el sillón a escuchar la terrible historia. En ese momento decidí que le daban por el culo a la fiesta de Arturo Soria y le dije que me aclaraba la cabeza y me iba a buscarla. Ella me dijo que no me preocupara, que se iba a cenar con amigos, que fuera al curro y que cuando saliera la llamara. En ese tipo de servicios de catering, suele haber dos turnos de personal, y yo, en principio, terminaba a las doce de la noche, por lo que me daba tiempo a recoger los cachitos de mi prima y pegarlos a base de ron con coca cola y fiesta desintoxicante.
Me fui a Arturo Soria enfundada en un mini vestido negro, para luego salir con mi prima, y entré en la fiesta. Allí estaban todos los chicos del catering, tan guapos con esos delantales negros, entre ellos, estaba él, uno nuevo, que con un morro increíble me hizo una radiografía completa.
Desde el principio, él, hizo un despliegue total, tiempo después me di cuenta que era algo habitual , y me trató como una reína toda la noche. Yo, sin embargo, aunque me parecía maravilloso, estaba preocupada por mi prima y no veía el momento de largarme a recogerla. A eso de las once y media, la llamé, pero no me contestaba, la llamé mil veces y de repente mi móvil se apagó…horror.
Ahí es donde el destino hizo de las suyas, nadie tenía un cargador para mi móvil, nadie tenía movistar y yo no me sabía su teléfono de memoria. Tampoco sabía como localizarla, o sea, que cuando me dijeron si me quería ir en el primer turno, dije que no y me quedé en la fiesta.
Esa noche recuerdo que un chico del catering, un poquito gordito, me perseguía y cantaba canciones, también intentaron ligar conmigo los de la orquesta, una pandilla de chavales que imitaban a los Beatles, los Brandies, y que tiempo después acabaron en mi casa en una noche realmente surrealista, bueno, pero esa es otra historia.
El servicio de catering, era para un francés forrado directivo de Carrefour, que al parecer era un loco del golf y los Beatles, supongo que por eso trajeron a los Brandies y regalaron palitos de golf de juguete y pelotitas a todos los invitados…creo que todavía tengo por casa algún palo y pelotas de ese día.
La fiesta fue terminando y empezamos a recoger, en un momento de la recogida, el que es ahora mi mejor amigo, me cogió y abalanzó en una especie de corral de conejos que tenía, en la parte de atrás de la casa. el tipo del carrefour; no fue muy romántico, pero me había bebido tantas copas de champán, que me pareció muy dulce y maravilloso.
La noche llegó a su fin y todos nos organizábamos para volver a casa, ya eran las cuatro de la madrugada. El gordito, que me cantaba, estaba ofuscado, porque me había liado con otro, pobre, los Brandies me propusieron seguir de fiesta por Madrid y algunos camareros jugaban en la calle con los palos de golf. Yo no tenía ni coche ni carnet, tampoco me apetecía irme con los pseudobeatles a ninguna parte, o sea que, dependía de que algún camarero maravilloso, me llevara a casa. Fue entonces cuando George se me acercó y me preguntó dónde iba, ¿dónde iba a ir?, Obviamente me iba a mi casa, pero sin darme tiempo a responder, él me dijo…me voy contigo, le miré extrañada, y sin dejarme responder, una vez más, me dijo, me voy contigo donde tú vayas. Y es que él es así, es mi hombre del Carpe Diem, es Georg Diem.
Esa noche fue genial y la mañana también. Dos días después, él se iba a Ibiza a trabajar todo el verano, era su primera vez en Ibiza. Me dijo que se quedaba conmigo, que no se quería ir… que tierno y que irreal, no sabía que Ibiza no permitía ese tipo de promesas; pero que casual también, porque yo tengo una casa en Ibiza e iba todos los años en vacaciones, le dije que disfrutara, que iría a verle y nos despedimos.
Esa tarde me fui con, una de las que en esos momentos era, mi mejor amiga y compañera de piso, ella fue un daño colateral de mi relación con George, pero como decía antes, no debía de ser tan fuerte nuestra amistad, porque hoy ya no está. Esa tarde le dije a María, que había conocido al hombre de mi vida, ella se descojonaba, normal, se supone que era un polvo más, una noche, pero yo sabía que no, lo presentía y le dije una frase que jamás olvidaré: María, este tío es el hombre de mi vida, lo se, y me va a hacer llorar, me va a hacer llorar tanto…
El mes siguiente, mis amigas y yo preparamos nuestro viaje a Ibiza, nos íbamos diez días a la isla maravillosa, en mi tripa siempre me quedaba esa noche y él, aunque también pasaron mil historias maravillosas durante ese mes, no vienen al caso ahora, pero casualmente, de alguna forma, tenían que ver con él y el destino que nos esperaba.
Una semana antes de nuestro viaje me llamó, hacía un mes que no hablaba con él, y ese era nuestro pacto, yo le dije que no quería que nos llamáramos, que cuando llegara a Ibiza le llamaría, pero me llamó, y me dijo lo que quería escuchar, te estoy esperando…
Una semana después nos fuimos a Ibiza, con esa emoción irracional que me taladra el estómago cada vez que se, que voy a mi isla divina y mágica,. Esa tarde, ya en Ibiza, mirando la puesta de sol y es vedrá en cala conta, le llamé, y allí estaba él, al otro lado, tan cerca. Ya era tarde y las chicas estaban cansadas, él curraba en la escollera, un restaurante en Escavallet, quedamos entonces para ir a la playa el día siguiente, era su día libre.
Al día siguiente no me llamó, creí que la magia quizá no era tanta y que bueno, a veces, las mujeres pensamos esas gilipolleces, no es nuestra culpa, creo que lo llevamos en los genes, el gen de la cursilería y la ñoñez. Estaba tan a gusto con mis amigas, que me importó, pero tampoco lo suficiente como para eclipsar mis vacaciones, le llamé, pero su móvil estaba apagado.
Esa tarde me llevé a las chicas al puerto de Ibiza y me pasó lo que nunca me había pasado en mi isla divina, me perdí por unas calles rarísimas, y de repente, en medio de una calle cortada, le ví, no lo pude evitar y saqué la cabeza por la ventana y grité su nombre, estaba más delgado y llevaba el pelo rapado.
Salí del coche corriendo, y me quedé paralizada delante de él, no podía hablar, él, sin decirme nada, me cogió de la mano, me dió un beso y me contó al oído que había perdido el coche y el móvil, él es así, pierde cosas, por eso no me había llamado.
Y allí, en medio de ninguna parte, perdidos, nos encontramos una vez más…y le miré y supe que jamás me separaría de él, porque de alguna manera y forma, sin él hay ciertas cosas que son imposibles.
Desde ese momento, nuestras vidas, las de todos, dieron un giro total. Hoy, después de cinco años, aquí sentada, pienso en ello y una sensación de vértigo me inhunda el cuerpo, porque se que, esa noche lo cambió todo, se abrió una puerta hacia el infinito. Es verdad que, al abrir esa puerta, se cerraron muchas, muchísimas otras, pero esa, esa es otra historia...
Para ti, pequeño George.
Recuerdo todavía cuando le conocí, lo recuerdo tan bien, que si cierro los ojos puedo incluso oler la focaccia del catering de la fiesta en la que estábamos.
Cuando miro hacia atrás, me doy cuenta de lo muchísimo que cambió mi vida esa fiesta, ese día y conocerle. Él, era una proyección de todo lo que me gustaría haber sido, pero no me atrevía a ser, era y es, simplemente genial. Como todas las personas geniales, tiene sus pros y sus contras, la genialidad suele acompañarse de altas dosis de locura y, eso, es lo que nos llevó a vivir, sin duda, lo mejor y peor de nuestras vidas.
A su lado todo era como un parque de atracciones, excitante, divertido, pero también podía llegar a marear e incluso dar un poco de miedo. Yo, estaba enganchada a esa sensación, era increíble. Como él decía, no había fallo, y no lo había, no había caña en balde, no había copa mala y siempre, siempre, al final, resultaba acojonante.
Él, es como una droga, una droga maravillosa que, como decía Rober de Extremoduro, te abrazarías a ella hasta morir y, lo peor es que, te morirías echándote unas risas.
Hoy creo que estoy aquí sentada y, en parte, es por su culpa. Entró en mi vida e hizo una reforma total. Con ella, se perdieron cosas importantes, por lo menos en ese momento yo lo sentí así, ahora haciendo una retrospectiva, pienso, que a lo mejor no lo debían de ser tanto, ya que si no seguirían estando aquí. Lo que sí tengo claro, es que, él, fue el motor de un cambio que tenía que suceder y sucedió. Sucedió como todo lo que sucede a su lado, de forma voluntaria y con una normalidad que, a veces, da miedo.
Él simplemente creyó en mi y yo creí en él, era como volar, volar a donde quisieras, cuando quisieras, y desde ese momento no ha habido nada ni nadie que me haga cambiar esa perspectiva de la vida, porque con él aprendí, que cada uno puede ser lo que quiera y en cierta manera tiene la obligación de hacerlo...eso sí, siempre y cuando no se haga daño a nadie.
A nosotros, sin embargo, se nos fueron las cosas de las manos y en el camino de hacer los sueños realidades nos hicimos daño, un daño irreparable que, de alguna forma, nos hace estar donde estamos ahora...
No quiero dar marcha atrás, como él dice, marcha atrás ni para darme impulso, pero sí echo de menos volar así, de esa forma tan george.
Capítulo 1. La extraña sensación de destino.
Yo siempre he creído que el destino hace de las suyas y de alguna manera está ahí para recordarte que, ciertas cosas pasan, porque realmente tenían que pasar.
Mi abuela una vez me dijo, que si dos personas están destinadas a estar juntas, no importa lo lejos que te vayas y lo mucho que intentes que esa persona se separe de tu lado, si tu destino es estar con esa persona, estarás. El día que me lo dijo, pensé que lo hacía para consolarme, ya que yo estaba hecha una mierda por un novio de la universidad con el que me pasaba la vida discutiendo, pero ahora se que es verdad, y que aunque sus palabras tenían altas dosis de consuelo, también eran reales como la vida misma.
Y así es como sucedió. En realidad, no nos tendríamos que haber encontrado ese día, pero nos encontramos y ahora se que, sin duda, era nuestro destino.
Esa tarde estaba en la casa de puerta de hierro que mi madre me había cedido para que jugara a ser una tipa independiente y madura. Tras sucumbir a los poderes extraterrestres de un comercial de Home English y gastarme 3.000 € en un curso de inglés que jamás haría, me fui a la ducha para arreglarme e ir a un catering en Arturo Soria en el que trabajaba esa noche. En realidad no necesitaba trabajar en el catering, ya que tenía un trabajo muy bien pagado en una agencia de comunicación de moda, pero me encantaba ir, estaba lleno de tíos estupendos, me entretenía y me ganaba un dinero extra para mi antigua etapa de compradora compulsiva. Cuando me encontraba en la ducha con la cabeza enjabonada hasta las cejas, me llamó mi prima desconsolada, estaba hecha mierda, me salí de la ducha con el jabón en la cabeza y me senté en el sillón a escuchar la terrible historia. En ese momento decidí que le daban por el culo a la fiesta de Arturo Soria y le dije que me aclaraba la cabeza y me iba a buscarla. Ella me dijo que no me preocupara, que se iba a cenar con amigos, que fuera al curro y que cuando saliera la llamara. En ese tipo de servicios de catering, suele haber dos turnos de personal, y yo, en principio, terminaba a las doce de la noche, por lo que me daba tiempo a recoger los cachitos de mi prima y pegarlos a base de ron con coca cola y fiesta desintoxicante.
Me fui a Arturo Soria enfundada en un mini vestido negro, para luego salir con mi prima, y entré en la fiesta. Allí estaban todos los chicos del catering, tan guapos con esos delantales negros, entre ellos, estaba él, uno nuevo, que con un morro increíble me hizo una radiografía completa.
Desde el principio, él, hizo un despliegue total, tiempo después me di cuenta que era algo habitual , y me trató como una reína toda la noche. Yo, sin embargo, aunque me parecía maravilloso, estaba preocupada por mi prima y no veía el momento de largarme a recogerla. A eso de las once y media, la llamé, pero no me contestaba, la llamé mil veces y de repente mi móvil se apagó…horror.
Ahí es donde el destino hizo de las suyas, nadie tenía un cargador para mi móvil, nadie tenía movistar y yo no me sabía su teléfono de memoria. Tampoco sabía como localizarla, o sea, que cuando me dijeron si me quería ir en el primer turno, dije que no y me quedé en la fiesta.
Esa noche recuerdo que un chico del catering, un poquito gordito, me perseguía y cantaba canciones, también intentaron ligar conmigo los de la orquesta, una pandilla de chavales que imitaban a los Beatles, los Brandies, y que tiempo después acabaron en mi casa en una noche realmente surrealista, bueno, pero esa es otra historia.
El servicio de catering, era para un francés forrado directivo de Carrefour, que al parecer era un loco del golf y los Beatles, supongo que por eso trajeron a los Brandies y regalaron palitos de golf de juguete y pelotitas a todos los invitados…creo que todavía tengo por casa algún palo y pelotas de ese día.
La fiesta fue terminando y empezamos a recoger, en un momento de la recogida, el que es ahora mi mejor amigo, me cogió y abalanzó en una especie de corral de conejos que tenía, en la parte de atrás de la casa. el tipo del carrefour; no fue muy romántico, pero me había bebido tantas copas de champán, que me pareció muy dulce y maravilloso.
La noche llegó a su fin y todos nos organizábamos para volver a casa, ya eran las cuatro de la madrugada. El gordito, que me cantaba, estaba ofuscado, porque me había liado con otro, pobre, los Brandies me propusieron seguir de fiesta por Madrid y algunos camareros jugaban en la calle con los palos de golf. Yo no tenía ni coche ni carnet, tampoco me apetecía irme con los pseudobeatles a ninguna parte, o sea que, dependía de que algún camarero maravilloso, me llevara a casa. Fue entonces cuando George se me acercó y me preguntó dónde iba, ¿dónde iba a ir?, Obviamente me iba a mi casa, pero sin darme tiempo a responder, él me dijo…me voy contigo, le miré extrañada, y sin dejarme responder, una vez más, me dijo, me voy contigo donde tú vayas. Y es que él es así, es mi hombre del Carpe Diem, es Georg Diem.
Esa noche fue genial y la mañana también. Dos días después, él se iba a Ibiza a trabajar todo el verano, era su primera vez en Ibiza. Me dijo que se quedaba conmigo, que no se quería ir… que tierno y que irreal, no sabía que Ibiza no permitía ese tipo de promesas; pero que casual también, porque yo tengo una casa en Ibiza e iba todos los años en vacaciones, le dije que disfrutara, que iría a verle y nos despedimos.
Esa tarde me fui con, una de las que en esos momentos era, mi mejor amiga y compañera de piso, ella fue un daño colateral de mi relación con George, pero como decía antes, no debía de ser tan fuerte nuestra amistad, porque hoy ya no está. Esa tarde le dije a María, que había conocido al hombre de mi vida, ella se descojonaba, normal, se supone que era un polvo más, una noche, pero yo sabía que no, lo presentía y le dije una frase que jamás olvidaré: María, este tío es el hombre de mi vida, lo se, y me va a hacer llorar, me va a hacer llorar tanto…
El mes siguiente, mis amigas y yo preparamos nuestro viaje a Ibiza, nos íbamos diez días a la isla maravillosa, en mi tripa siempre me quedaba esa noche y él, aunque también pasaron mil historias maravillosas durante ese mes, no vienen al caso ahora, pero casualmente, de alguna forma, tenían que ver con él y el destino que nos esperaba.
Una semana antes de nuestro viaje me llamó, hacía un mes que no hablaba con él, y ese era nuestro pacto, yo le dije que no quería que nos llamáramos, que cuando llegara a Ibiza le llamaría, pero me llamó, y me dijo lo que quería escuchar, te estoy esperando…
Una semana después nos fuimos a Ibiza, con esa emoción irracional que me taladra el estómago cada vez que se, que voy a mi isla divina y mágica,. Esa tarde, ya en Ibiza, mirando la puesta de sol y es vedrá en cala conta, le llamé, y allí estaba él, al otro lado, tan cerca. Ya era tarde y las chicas estaban cansadas, él curraba en la escollera, un restaurante en Escavallet, quedamos entonces para ir a la playa el día siguiente, era su día libre.
Al día siguiente no me llamó, creí que la magia quizá no era tanta y que bueno, a veces, las mujeres pensamos esas gilipolleces, no es nuestra culpa, creo que lo llevamos en los genes, el gen de la cursilería y la ñoñez. Estaba tan a gusto con mis amigas, que me importó, pero tampoco lo suficiente como para eclipsar mis vacaciones, le llamé, pero su móvil estaba apagado.
Esa tarde me llevé a las chicas al puerto de Ibiza y me pasó lo que nunca me había pasado en mi isla divina, me perdí por unas calles rarísimas, y de repente, en medio de una calle cortada, le ví, no lo pude evitar y saqué la cabeza por la ventana y grité su nombre, estaba más delgado y llevaba el pelo rapado.
Salí del coche corriendo, y me quedé paralizada delante de él, no podía hablar, él, sin decirme nada, me cogió de la mano, me dió un beso y me contó al oído que había perdido el coche y el móvil, él es así, pierde cosas, por eso no me había llamado.
Y allí, en medio de ninguna parte, perdidos, nos encontramos una vez más…y le miré y supe que jamás me separaría de él, porque de alguna manera y forma, sin él hay ciertas cosas que son imposibles.
Desde ese momento, nuestras vidas, las de todos, dieron un giro total. Hoy, después de cinco años, aquí sentada, pienso en ello y una sensación de vértigo me inhunda el cuerpo, porque se que, esa noche lo cambió todo, se abrió una puerta hacia el infinito. Es verdad que, al abrir esa puerta, se cerraron muchas, muchísimas otras, pero esa, esa es otra historia...
Para ti, pequeño George.
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