lunes, 15 de diciembre de 2008

SEÑORITA, SU CAMBIO


Hoy he estado en una reunión del Comité de Empresa de mi curro que, básicamente y tras muchas palabras sin contenido, nos ha anunciado que nos vamos unos cuantos a la puta calle en un plazo más o menos corto de tiempo. La idea de cambiar de vida y encontrarme, un poco, con el culo al aire, extrañamente, no me preocupa mucho. He reflexionado sobre esto los últimos días, sobre la idea de quedarme en la mierda, en tener que renunciar a la comodidad y el arrope de la gran multinacional, pero nada, siento una tranquilidad que roza lo absurdo. He llegado a dos conclusiones, una, que soy una tarada y no soy consciente de la que se me viene encima y la segunda (y que más me gusta), que no hay nada que pueda destruir la paz interior en la que vivo últimamente. Esto, sumado a mi capacidad de hacer cualquier cosa y ser feliz, me transportan a un estado de absurda relajación, que no hay quién me lo quite de encima. De repente se me ocurren infinitas cosas que hacer, entre otras, terminar de editar mi corto y ponerme en serio con el largo, lo pienso y la idea me encanta. Hay varias propuestas interesantes, que no descarto en absoluto y me hacen ilusión. También podría ser camarera de un bar de gasolinera de peaje o montadora de figuritas de belén, quién sabe, en realidad no es tan importante. Hace mucho tiempo que dejé de tener que demostrarme lo que soy y no soy capaz de hacer, por eso, el motor que sostenga mis sueños, no me parece tan importante. Recuerdo que una de las etapas más creativas, felices y productivas de mi vida transcurrieron detrás de la barra de un restaurante y que de las más duras, absurdas e infelices fueron subida a unos tacones de Prada en fiestas de Dior. Yo sé que he encontrado el tesoro que me pertenece, se lo que quiero, se lo que me gusta hacer y además sé que lo hago de putísima madre (y hoy no estoy para que nadie me diga lo contrario). Somos animales y en esta jungla nos olemos, olemos al inseguro, al que tiene miedo, al que lo tiene claro y al que no lo tiene tanto. Esta selva me la conozco como la palma de mi mano y me paseo a mis anchas y sé, lo tengo claro, que todo lo que viene es, si cabe, más extraordinario.
Me encantan las navidades, soy una hortera y voy a poner mi casa hecha un cristo de adornos.
El miércoles, si no me han pegado la patada, presentaré un premio en Cortogenia, en cualquier caso iré, tengo muchas invitaciones y me hará una ilusión tremenda veros por ahí. Cruzaremos los dedos para que Pablito se lleve algún premio con su corto “Hablemos”, que lo estaba buscando en Internet y no lo encuentro, por lo que os dejo con una canción de Ben Harper que me encanta y me acompañó durante muchos viajes Robledo-Madrid, cuando todo empezó a cambiar a mejor.

http://es.youtube.com/watch?v=-gpGv0gG9fk

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